Por Juan Colón
Nació el 25 de Julio de 1940, muere en la ciudad de New York en el 2010. Inicia su carrera musical como muchos cantantes de su época en La Voz Dominicana y de manera conjunta ingresa a la escuela de Bellas Artes, donde estudia el canto lirico y se desarrolla como tenor.
A edad bien temprana emigra a New York, allí conoce al gran cantante cubano Arsenio Rodríguez y graba tres producciones junto a este gran sonero. Luego trabaja con Luis Kalaff y Los Alegres Dominicanos. También con Johnny Pacheco, Pete Conde, con la orquesta La Protesta, de Tony Pabón, Adalberto Santiago, y otros más.
Luego forma su propia orquesta a principio de los 80’s, que le permite consagrar su nombre dentro de los salseros más respetables durante muchos años. Fue de los primeros cantantes dominicanos en alcanzar proyección internacional en ese género.
“Tumbando puertas” es su primera producción como solista. Luego le siguen unas treinta de producciones más. En su producción “Siempre Duro” en 1985, quien suscribe tuvo el privilegio de arreglarle tres temas: “Negrura", "Sabor de Engaño" y "Dime que sí”. Considero un gran privilegio que me diera la oportunidad de orquestar para él, en medio de excelentes arreglistas de gran reputación en la ciudad de New York y en República Dominicana.
Santiago, como muchos lo llamábamos se caracterizaba por su sencillez, siempre jovial, con una sonrisa a flor de piel. Por cosas de la vida la pérdida de uno de sus hijos le afectó mucho en su vida profesional, e incluso en su salud, fue en deterioro, se enfermó seriamente y le sobrevino la muerte.
Su voz era un contraste real frente a tantos cantantes soneros establecidos en New York. Allí cantar con su estilo y lograr trascender se consideró una gran hazaña, un reto excepcional, un enorme triunfo y la apertura de una puerta a los artistas dominicanos establecidos en la diáspora.
Cantante con una gran influencia del son, debido al tiempo que trabajara con uno de los grandes de todos los tiempos Arsenio Rodríguez, su gran mentor, y debido a que en los años de su llegada a la urbe norteamericana los cantantes de origen cubano estaban de moda en la ciudad y los clubes se mantenían presentándolos continuamente.
Santiago Cerón uno de nuestros grandes astros del canto en New York, siempre que nos encontrábamos me decía: “Señor Juan, tiene que hacerme unos merenguitos, no puedo dejarlo fuera de mis producciones”. Hasta que finalmente logramos hacerlo.
Mi eterna gratitud, respeto y admiración a esta gloria de la música latina en la gran urbe, quien llenara toda una época de grandes éxitos, como una de las voces más cotizadas por muchos años.
Un gran ser humano que puso alma y corazón para lograr trascender con un género que no era el suyo, pero que lo acogió con alma y corazón. Abrazos del alma desde este lado mi gran hermano, E.P.D.
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