Una cantera de lajas en la ladera de una de las lomas del macizo de la Cordillera Central, en el camino de Piedra Blanca, en la provincia Monseñor Nouel, brinda sustento a más de una familia.
LA VIDA A "LASCAS" DE LA MONTAÑA
Todavía quedan lomas a la vera de la carretera que acompaña a la comunidad Los Plátanos, del paraje Juan Adrián, en Bonao. Todavía quedan, pero nadie sabe hasta cuándo. Por lo menos, Apolinar Melo Viña se levanta cada día orando porque duren mucho más, porque de ellas saca su sustento cotidiano.
Sudoroso y casi exhausto, Apolinar se detiene sólo un minuto para explicar los precios de su producto: las lajas, que diariamente extraen -él y unos primos, para que todo quede en la familia-, lasca por lasca, de las mermadas colinas de la zona.
"Yo cobro RD$10 mil por dos líneas de lajas puestas en la cama de un camión", precisa. "Esas son las lajas grandes, enteras, las mejores".
Esas mismas lajas, más al detalle, las vende a RD$200 el metro, a los pocos marchantes independientes que se aventuran por esos caminos de Dios.
Las lajas, rocas de las clasificadas como esquistos, de origen sedimentario y metamórfico, son tan apetecidas para las construcciones en el país, como elemento decorativo en exteriores y hasta en interiores, que no obstante el mal estado de la carretera, son muchos los camiones que llegan en busca de la mercancía que ofrece este "lajero".
En la cantera de Apolinar en Los Plátanos, para los clientes menos exclusivos también hay ofertas. Ahí están las lajas de menor tamaño, que se comercializan a RD$7 mil las dos líneas, y los trozos más fragmentados, que se pueden adquirir por RD$4 mil.
"Con título y todo"
"Yo llevo seis años en esto", afirma Apolinar Melo Viña, quien, aunque presta atención a los periodistas de Diario Libre, constantemente grita órdenes a sus seis primos-empleados, que no dejan de apilar lajas y pedazos de lajas a diferentes alturas de la crujiente loma.
En esa labor no interviene ningún equipo mecánico. Es a pura mandarria, y también a pico y pala, que se van cortando las lascas a la montaña.
Cruzando la carretera, frente por frente a la "mina", Apolinar ha ubicado su vivienda. Una casita bien montada, un poco mejor que la de sus vecinos de la comunidad, que al parecer aún intentan sobrevivir con los frutos de la agricultura.
"¿Públicos? No, estos terrenos no son del Estado. Tienen dueño, que es quien les habla, y tengo los títulos y http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=510630829864163830todo", asegura Apolinar Melo, ante la pregunta acerca de la propiedad de esas tierras donde él ha plantado su bandera de "lajero".
Las lajas, que luego se venden, se sacan de la cantera a golpe de mandarria, y también con pico y pala.
De Annet Cárdenas diariolibre.com
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