No tiene otro calificativo que el de esclavitud laboral las duras condiciones en que en pleno siglo XXI tienen que trabajar las empleadas de bancas y de bares. Forzadas por las circunstancias esas mujeres laboran hasta 57 horas a la semana, en lugar de 36, en violación del Código de Trabajo. Bajo presiones y amenazas de cancelación las empleadas tienen que someterse al cruel sistema de explotación sin la más ligera queja. Pero tampoco tienen quien las defienda. El movimiento sindical, que no debe ser ajeno a la cruel explotación, jamás se ha interesado por la suerte de esas trabajadoras, quienes, para colmo, no tienen ni siquiera un día de descanso. Los derechos de esas empleadas parece que tampoco cuentan para las autoridades de la Secretaría de Trabajo. No son dos ni tres las bancas y bares en donde las empleadas tienen que laborar en condiciones de esclavitud, sino prácticamente en todas. Si por casualidad alguna resulta embarazada lo más probable es que se vea forzada a abandonar el trabajo sin las prestaciones correspondientes. Así es la cosa.
El nacional
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